Fin del gobierno imperial:

Una pintura del siglo XIX que muestra la rebelión Taiping (1850-1864)

La dinastía Qing, que gobernó de 1644 a 1912, fue la última de China. En el siglo XIX, los Qing tuvieron que hacer frente al imperialismo occidental en las dos Guerras del Opio (1839-1842 y 1856-1860) contra el Reino Unido. Derrotada por la nación europea, China fue forzada a firmar tratados no equitativos, pagar compensaciones, permitir la extraterritorialidad y ceder el puerto de Hong Kong a los británicos.​La Primera guerra sino-japonesa (1894-1895) eliminó la influencia de los Qing en la península de Corea, además de ceder el control de la isla de Taiwán a Japón. ​El debilitamiento del régimen Qing incrementó los problemas internos. Entre los años 1850 y 1860 la guerra conocida como la rebelión Taiping arrasó el sur de China, mientras que otros levantamientos como las Guerras de los Clanes Punti-Hakka (1855-1867), la Rebelión Nian (1851-1868), la rebelión Miao (1854-1873), la rebelión Panthay (1856-1873) y la rebelión de los dunganes (1862-1877) causaron estragos en todo el país.

En el siglo XIX comenzó la gran diáspora china. Las tasas de emigración se elevaron por los conflictos internos y las catástrofes como la hambruna del norte de China de 1876-1879, que cobró la vida de entre nueve y trece millones de personas.​En 1898, el Emperador Guangxu planeó una serie de reformas para establecer una monarquía constitucional moderna, pero fue destronado por la emperatriz Ci Xi, en un golpe de Estado, aunque también desarrolló una importante labor reformista introduciendo el telégrafo y el ferrocarril y aboliendo prácticas tradicionales como el vendaje de los pies en las mujeres.​La rebelión de los bóxers de 1899-1901, un movimiento en contra de la influencia extranjera en el país, debilitó aún más al gobierno Qing. Finalmente la revolución de Xinhai de 1911 terminó con la dinastía Qing y estableció la República de China.

República de China:

Sun Yat-sen, el padre de la China moderna (sentado a la derecha), y Chiang Kai-shek, posterior presidente de la República de China (hoy Taiwán)

El 1 de enero de 1912 se estableció la República de China, siendo nombrado Sun Yat-sen, líder del Kuomintang (KMT o Partido Nacionalista) su presidente interino.​Sin embargo debió ceder la presidencia a Yuan Shikai, un antiguo general de los Qing, quien en 1915 se proclamó Emperador de China. Ante la condena del pueblo y la oposición de su propio ejército, se vio forzado a abdicar y restablecer la república.

Luego de la muerte de Yuan Shikai en 1916, China se encontraba políticamente fragmentada. Su gobierno con sede en Pekín fue reconocido internacionalmente pero virtualmente carecía de poder; los señoríos regionales controlaban la mayor parte del territorio.​A finales de los años 1920 el Kuomintang liderado por Chiang Kai-shek, pudo reunificar el país bajo su control con una serie de hábiles maniobras militares y políticas, conocidas en conjunto como la «Expedición del Norte». ​Su gobierno trasladó la capital nacional a Nankín e implementó la «Tutela Política», una etapa de desarrollo político descrita en la doctrina San-min de Sun Yat-sen, la cual pretendía encaminar a China hacia una democracia moderna. ​Desde el estallido de la Guerra Civil China en 1927, el Kuomintang combatió a los comunistas, aunque la división política hizo más difícil este conflicto, en el que los nacionalistas parecían llevar inicialmente ventaja especialmente después de que los comunistas huyeran en la Larga Marcha, pero se había producido la invasión japonesa de Manchuria y el incidente de Xi'an en 1936 forzó a Chiang a centrar sus esfuerzos en enfrentarse al Imperio del Japón.

La Segunda guerra sino-japonesa (1937-1945), un escenario de la Segunda Guerra Mundial, obligó a los comunistas y al Kuomintang a pactar una tregua y crear una alianza. Las fuerzas japonesas cometieron numerosos crímenes de guerra en contra de la población civil; en total, cerca de veinte millones de civiles chinos murieron.​Tan solo en la ciudad de Nankín, aproximadamente 200 000 chinos fueron asesinados durante la ocupación japonesa.Japón se rindió ante China en 1945. Taiwán, junto con las Islas Pescadores, fueron puestos bajo el control administrativo de la República de China, quien inmediatamente reclamó su soberanía en ellos. Aunque la nación resultó victoriosa, quedó devastada por la guerra y financieramente agotada. Los conflictos continuos entre el Kuomintang y los comunistas provocaron la reanudación de la guerra civil. En 1947 se estableció el mandato constitucional, pero debido a los constantes disturbios en muchas provincias, la constitución nunca fue implementada en la China continental.

República Popular China:

Mao Zedong proclama la creación de la República Popular China el 1 de octubre de 1949

Los enfrentamientos más importantes de la guerra civil china terminaron en 1949, cuando el Partido Comunista de China tomó el control de la parte continental del país y el Kuomintang se retiró a la isla de Taiwán, lo que redujo el territorio de la República de China a solo Taiwán, Hainan y las islas circundantes. Mao Zedongpresidente del Partido Comunista, proclamó la República Popular China el 1 de octubre de 1949.​Había dos nombres para la República Popular: China comunista y la China Roja.​En 1950, el Ejército Popular de Liberación arrebató Hainan a la República de China.​También en 1950 invadió el Tíbet, derrotando al débil ejército tibetano, que en 1913 el Dalái Lama había declarado independiente.​Durante los años 1950 fuerzas nacionalistas continuaron con la insurgencia en el oeste del territorio chino.

Mao Zedong fomentó el crecimiento demográfico y la población casi se duplicó, pasando de 550 a más de 900 millones durante el período de su liderazgo, que se extendió hasta 1976.​Sin embargo, el plan económico y social a gran escala, conocido como el Gran Salto Adelante, produjo una hambruna que se cobró la vida de 45 millones de personas.101​En la misma época, entre uno y dos millones de líderes campesinos fueron ejecutados, acusados de estar «en contra de la revolución».​En 1966, Mao y sus aliados lanzaron la Revolución Cultural, que trajo consigo un periodo de recriminación política que perduró hasta su muerte. La Revolución Cultural, motivada por las luchas de poder dentro del Partido Comunista y el temor a la Unión Soviética, condujo a una gran agitación en la sociedad china.​En octubre de 1971 la República Popular China reemplazó a la República de China en las Naciones Unidas, y ocupó su lugar como miembro permanente del Consejo de Seguridad.​Al año siguiente, en la cima de la división entre chinos y soviéticos, Mao y Zhou Enlai se reunieron con Richard Nixon para establecer por primera vez relaciones diplomáticas con los Estados Unidos.

Después de la muerte de Mao en 1976 y la detención de la Banda de los Cuatro —a quienes se les inculpó por los excesos de la Revolución Cultural—, Deng Xiaoping tomó el poder e implementó una serie de reformas económicas.​Posteriormente, el Partido Comunista dejó de ejercer el control gubernamental sobre las vidas personales de los ciudadanos y las comunas se disolvieron en favor del arrendamiento privado, lo que se tradujo en un aumento de incentivos y de la producción agrícola.​Este giro en los acontecimientos marcó la transición de una economía planificada a una economía mixta con un entorno de mercantil cada vez más abierto, un sistema llamado «socialismo con características chinas».​La República Popular China adoptó su actual constitución el 4 de diciembre de 1982.​ En 1989, la violenta represión de las protestas estudiantiles en la Plaza Tian'anmen produjeron la condena y sanciones hacia el gobierno chino por parte de varios países.

Shanghái es la capital económica de China y el mayor puerto de mercancías del mundo.

El presidente Jiang Zemin y el premier Zhu Rongji lideraron la nación en los años 1990. Bajo su administración, el buen funcionamiento económico chino sacó a cerca de 150 millones de campesinos de la pobreza y mantuvo una tasa promedio de crecimiento del PIB anual de 11,2 %.​El país se unió formalmente a la Organización Mundial de Comercio en 2001 y mantuvo su alto índice de crecimiento económico bajo la presidencia de Hu Jintao en la primera década del siglo XXI. Sin embargo, el rápido desarrollo del país también ha impactado negativamente en los recursos naturales y en el medio ambiente de su territorio,​ y causó importantes movimientos sociales.​Los estándares de vida han continuado su rápido progreso pese a la recesión de finales de los años 2000, pero el control político centralizado permanece sin cambios.

En 2013, Xi Jinping y Li Keqiang asumieron el cargo de presidente y premier, respectivamente.​Con ellos, se han iniciado una serie de reformas de su economía,​ que en años recientes ha sufrido inestabilidades estructurales y una desaceleración en el crecimiento.​La administración de Xi también ha anunciado reformas en el sistema penitenciario y en la política de hijo único.​ El 14 de diciembre de 2013 China se convirtió en el tercer país, tras los Estados Unidos y la Unión Soviética, en realizar un alunizaje con la misión Chang'e 3 y el robot Yutu.

Gobierno y política:


Xi Jinping, presidente de China.
Li Keqiang, premier de China.

La República Popular China es uno de los pocos estados socialistas que quedan en el mundo. Su forma de gobierno ha sido descrita como comunista y socialista, pero también como autoritaria y corporativista,​ con fuertes restricciones en muchas áreas, más notablemente respecto al libre acceso al Internet, la libertad de prensa, la libertad de reunión, el derecho a tener hijos, la libre formación de organizaciones sociales y la libertad de culto.​Sus líderes catalogan el sistema político y económico como «socialismo con características chinas» —marxismo-leninismo adaptado a las circunstancias chinas— y «economía de mercado socialista», respectivamente.

El país es gobernado por el Partido Comunista de China (PCC), cuyo poder está consagrado en la constitución.​La Constitución de la República Popular China es la ley fundamental del Estado, y fue aprobada y puesta en vigor el 4 de diciembre de 1982.​También establece dos sistemas de administración: uno central y otro local. El Sistema de Administración Central —o Consejo de Estado— comprende los órganos administrativos centrales que están bajo la Asamblea Popular Nacional, es decir, los departamentos o ministerios.​Por su parte, el Sistema de Administración Local rige a nivel provincial y distrital, e incluye los organismos correspondientes a un gobierno local.

En comparación a los estándares políticos vigentes hasta mediados de los años 1970, la liberalización de China trajo consigo un sistema administrativo menos restrictivo. China apoya el principio leninista de «centralismo democrático»,​ pero la Asamblea Nacional Popular ha sido descrita como un órgano con un poder considerable de iure, pero poco de facto.​El actual presidente es Xi Jinping, quien también es el secretario general del Partido Comunista de China, y el jefe de la Comisión Militar Central.​ El actual premier es Li Keqiang, quien también es el segundo miembro más importante del Comité Permanente del Buró Político del Partido Comunista.

El Gran Salón del Pueblo en Pekín, donde se reúne la Asamblea Popular Nacional que ejerce el poder legislativo y es la máxima autoridad del Estado. Está formada por alrededor de 3000 diputados elegidos por un periodo de cinco años.

El sistema electoral es jerárquico, los miembros de las Asambleas Populares locales son elegidos por sufragio directo, mientras que en los niveles más altos de los congresos locales y en la Asamblea Popular Nacional se celebran elecciones indirectas en las que participan los miembros de la Asamblea Popular del nivel inferior inmediato.​El sistema político está descentralizado, y los líderes provinciales y sub-provinciales gozan de un grado importante de autonomía.​Existen otros partidos políticos, conocidos como «partidos democráticos», los cuales participan en la Asamblea Popular Nacional y en la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino (CCPPC).

Ha habido pasos hacia la liberalización política, en donde se realicen elecciones abiertas en todas las villas y ciudades. Sin embargo, el partido mantiene el control efectivo sobre los asuntos del gobierno: en ausencia de una oposición significativa, el PCC gana por defecto la mayor parte de las votaciones. Entre los principales problemas se incluyen la creciente brecha entre los ricos y pobres y la corrupción.​Según una serie de encuestas de 2011 entre el 80 y 95 % de los ciudadanos chinos expresaron estar relativa o muy satisfechos con el gobierno central.

Relaciones exteriores:

China mantiene relaciones diplomáticas con 171 países y cuenta con embajadas en 162.​Suecia fue la primera nación con quien estableció relaciones el 9 de mayo de 1950.​La República de China y otros países disputan su legitimidad, que lo convierte en el Estado con reconocimiento limitado más grande y poblado del mundo. En 1971, reemplazó la representación internacional de la República de China como el único representante de China frente a las Naciones Unidas y como uno de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad.​Además, fue un antiguo miembro y líder del Movimiento de Países no Alineados y aún sigue defendiendo a los países en vías de desarrollo.Según la interpretación de la política de «Una sola China», Pekín ha hecho que sea una condición previa para el establecimiento de relaciones diplomáticas con un país, que este reconozca su pretensión a Taiwán y rompa los vínculos oficiales con el gobierno de la República de China. Los representantes de la República Popular China han protestado en numerosas ocasiones cuando otros gobiernos celebran acuerdos diplomáticos con Taiwán,​ especialmente en el tema de las ventas de armamento.​Las reuniones políticas entre funcionarios extranjeros y el 14.º Dalái Lama también encuentran la oposición de la República Popular China, que considera que el Tíbet es parte integral de ella.

China forma parte del BRICS. En 2016 se realizó la octava cumbre. De izquierda a derecha: El presidente Michel Temer (Brasil), Narendra Modi (India), Xi Jinping (China), Vladímir Putin (Rusia) y Jacob Zuma (Sudáfrica)

Gran parte de su política exterior se fundamenta en los Cinco Principios de Coexistencia Pacífica de Zhou Enlai: no injerencia en los asuntos de otros Estados, no agresión, convivencia pacífica, igualdad y beneficios mutuos. También se rige por el concepto de «armonía sin uniformidad», que anima a las relaciones diplomáticas entre las naciones a pesar de las diferencias ideológicas.​Esta política le ha llevado a apoyar a los estados que se consideren peligrosos o de represión por Occidente, tales como ZimbabueCorea del Norte e Irán.

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